Me pude haber quedado con la hendidura en la almohada de al
lado. Pude construír tantas veces sueños de arena, de esos tan hermosos que
hasta una piensa que son eternos. Eso hasta que el viento sopla o la marea sube
y luego una los ve caer uno a uno, grano por grano. Me pude quedar en el abismo
del silencio, en la ausencia de arte, en los libros y en lo conocido. Pude
aceptar los regalos de tiempo y compañía como garantías. Me pude creer las
mentiras teñidas de naranja o las mañanas azules. Me pude acostumbrar a lo frío
del anclaje como barca que llega a puerto seguro.
Pude olvidarme de los ruidos del corazón. Esos que hace el
corazón enamorado. Ruido de pájaros cantando y de mariposas revoloteando.
Ruido de risa sin razón, o historias sacadas de un cuadro de color
ilusión. Ruido como el que hace el suspirar al simplemente pensar en ella.
Ruido del caminar de la mano, dejando huellas que quizá no pueda ni el el
dominó de la realidad borrar. Y no. No me acostumbré, no me quedé, ni conformé.
Hoy decreto que lo quiero y merezco todo. La estabilidad de
una sonrisa sincera que se dibuja en el rostro diariamente. El compartir la
almohada. Lo sólido de un abrazo combinado con lo sublime de un beso. La
ternura de una caricia inesperada. Un mensaje escrito a mano... Los caprichos y
trompas de lo cotidiano. La distancia para apreciar la presencia y la presencia
aún cuando hay distancia. El estar dispuesta a besarnos hasta quedarnos
dormidas.
Hoy atraigo y decreto plenitud dejando atrás las mitades. Me
dedico a observarle y observarme: mujeres enteras y plenas. A veces la admiro a
gritos y a veces en silencio. Me propongo escucharle sin juzgar, sin opinar,
sin muchas palabras. Conocerle me acerca a mí misma y a mis temores. Descubro
que estoy con alguien que tampoco tiene miedo de escuchar, admitir, preguntar,
cambiar ni de ser vulnerable. Es alguien que como yo, que no tiene todas las
respuestas. Ella entiende que hay pasado, que hay historia pero no somos
prisioneras de ello. Ella sabe que es libre, que cada día hay crecimiento y
cambios y que no se trata de resistirnos. Ella está conmigo por elección y no
porque quiere rellenar vacíos. Ella sabe que el amar no es un contrato, ni hay
beneficiares, ni intereses fijos, ni cuotas a plazo. Ella sabe que valoro las
palabras, que escucharla es sentirle el alma, que sus palabras son mi forma y
mi brújula. Que con ellas la encuentro. Ella ES y se deja ser.
Ella y yo.
Agradecimiento!
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